El GNL produce menos emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx), compuestos de azufre y material particulado que el resto de combustibles fósiles utilizados en la industria, siendo su uso promovido por el protocolo de Kyoto. Además, las emisiones de CO2 se reducen en un 40% con respecto a otros combustibles fósiles. Cabe destacar que los derrames de GNL se disipan en el aire y no contaminan el suelo ni el agua.
El GNL tiene precios más estables que otras energías gracias a su fácil transporte y al gran número de países productores, lo cual le permite reducir a la fecha en un 50% el presupuesto en energía.
El GNL permite tener una gran autonomía energética, ya que al almacenarse en estado líquido ocupa un volumen 600 veces inferior, lo cual permite almacenar una gran cantidad de gas en un pequeño volumen.